El Borussia Dortmund es una roca. Se tambaleó durante diez minutos. Sólo diez. En una noche, además, que parecía gafada (Götze se lesionó en el minuto 12). Aguantó el huracán blanco en la primera media hora, palideció en los minutos finales pero se supo sobreponer. A los nervios, a la juventud, a un estadio entero jaleando a los blancos. No era tarea fácil porque el Madrid salió con una intensidad que habría arrugado a cualquiera.

Pero no se llevó el premio. El Borussia hizo el partido perfecto en Dortmund y se marchó a vestuarios con cuatro goles. El Madrid hizo el partido perfecto en el Bernabéu y marcó dos. Necesitaba tres, se quedó a un paso también porque se encontró en su camino a Weidenfeller. El portero salvó dos mano a mano con Higuaín y Cristiano en los primeros quince minutos que dejó un eco de suspiros en el estadio. Al Pipa se lo recordaron en el cambio con unos cuantos pitos.

Fue el único duelo individual que perdió el Madrid. Ganó Modric la batalla en el centro del campo –recuperó una cantidad infinita de balones-; ganó Sergio Ramos la batalla con Lewandowski y quien se le pusiese a tiro. Ganó Özil la suya, la de la calidad. El alemán dio un recital de pases, por la izquierda, por la derecha, de tacón, en corto en largo. Cuando Özil juega con tanta libertad el fútbol del Madrid lo agradece.

Pero el fútbol no sólo son duelos individuales. El fútbol es también un juego de equipo. Y el Borussia jugó como equipo en la ida y en la vuelta. Disciplinado, ordenado, consciente de sus medios. Tardó media hora en salir de su área pero, una vez encontrada la estabilidad y el equilibrio, estuvo igual de cerca de marcar que el Madrid. Primero el travesaño y luego Diego López impidieron a Lewandowski que se pasara otra noche de celebraciones.

El punta polaco protege la pelota con una facilidad tremenda, se mueve con una habilidad que envidiaría cualquier bailarín y controla la pelota en espacios tan reducidos que cuesta creer que lo haga sin marearse. Se quedó sin marcar pero sacó al equipo del centro del campo cuando más sufría. Chocó contra una pared llamada Sergio Ramos que anoche, de inocente, no tuvo nada.

Lo intentó el Madrid. Lo intentó Cristiano, jugador generoso donde los haya aunque llevara día y medio entrenándose con el resto del grupo. Lo intentó Mourinho con el once –sentó a Khedira y dio entrada a Modric para dar más salida al balón y funcionó- lo intentó después con los cambios. Kaká entró por Coentrao y los blancos jugaron con defensa de tres; con Benzema en lugar de Higuaín y con Khedira en el sitio de Xabi.

Al Borussia empezó a entrarle el miedo en el cuerpo en los últimos diez minutos cuando primero Benzema y poco después Sergio Ramos hicieron revivir las noches mágicas del Bernabéu. Hasta ese momento los de Klopp no sólo habían resistido todas las embestidas sino que las gestionaron con la serenidad de un veterano y no de un equipo plagado de jóvenes que no superan los 27 años.

Para alcanzar los sueños hay que ser valiente, dijo Jurgen Klopp ayer. El equipo más valiente estará en Wembley y aguarda rival. Mourinho se despide de Europa por tercer año seguido cayendo en semifinales. Esta vez no hay ni conjura arbitral, ni un penalti fallado en la tanda; simplemente un rival superior.

Real Madrid: Diego López; Essien, Varane, Ramos, Coentrao (Kaká, m. 56); Modric, Xabi (Khedira, m. 67); Di María, Özil, Cristiano; Higuaín (Benzema, m. 56)

Borussia Dortmund: Weidenfeller; Piszczek, Subotic, Hummel, Schmelzer; Gundogan, Bender; Blaszczykowski (Santana, m. 90), Götze (Grosskreutz, m. 13), Reus; Lewandowski (Khel, m. 86)

Goles: 1-0, M. 82. Benzema a pase de Özil. 2-0, M. 87, Sergio Ramos a pase de Benzema.

Árbitro. Howard Webb, enseñó cartulina amarilla a Coentrao, Gundogan, Bender, Sergio Ramos, Khedira, Weidenfeller

Fuente | Terra